miércoles, 6 de mayo de 2009

UN INMIGRANTE ALGO NATIVO

“Cómo no, el celular es de mucha utilidad, sin él no me podría comunicar con mis hijas desde donde ande, casas de amigos, otras ciudades, emergencias verdad. Y el aparato ni es tan difícil de usar, bueno, yo lo uso nada más para hablar por teléfono, pero hasta mi fotografía traigo en él y, es que mis nietas me enseñan a usarlo y ahí voy, ya mero una hija me cambia el celular por otro más nuevo…cada día voy aprendiendo más y, lo que quiero ahora, es aprender a usar Internet” (Edmundo González Estebané. 85 años)

Es interesante, percibir como una persona de 85 años de edad, no le tiene el más mínimo temor a la tecnología, al contrario, le saca provecho, no se deja intimidar e incluso la afronta y desea incursionar más en ella. Este es el caso de don Edmundo, quien a sus 5 años de edad, vio por primea vez en su vida, como se usaba un teléfono en casa de su tía.

“Este artefacto de 1929, no tenía números, sólo descolgabas y le dabas cuerda, después te contestaba una operadora que si mal no recuerdo trabajaba para la compañía Erickson, entonces te preguntaba; a dónde quiere usted hablar, y tu le decías, con mi mamá y su teléfono es tal”, así respondió don Edmundo cuando le pregunté sobre su primer acercamiento con un teléfono alámbrico.

Ahora este hombre de casi 86 años, usa un celular Motorola en donde trae su foto en la pantalla y escucha la radio con ayuda de su nieta de 8 años.
Muy interesante ver como la tecnología de cierta manera ayuda a la interacción y reforzamiento del lazo entre dos generaciones tan distantes en la actualidad en su mayoría, ya sea por la edad, o culturalmente.

Hay expertos que afirman que entre más hiperconectados estamos tecnológicamente, más hiperdesconectados lo estamos emocionalmente.

Claro, creo que aplica esto en la mayoría de familias inmersas en la posmodernidad y sus desventajas, sin embargo he aquí un ejemplo de cómo un hombre adulto en plenitud –don Edmundo-, hace frente a la tecnología y la aprovecha para fortalecer sus lazos familiares sin llegar a crear una “correa digital” (Ling, 2002).

Podemos hablar entonces de un inmigrante con aspiraciones nativas en la tecnología, es decir, un hombre que nació en la era industrial y que actualmente lucha sin desesperación pero con entusiasmo para entrar en la era digital, un hombre que hasta cierto punto es “inmigrante” porque usa de manera práctica y lo más indispensable la tecnología, pero que no descarta la posibilidad de usarla de manera cotidiana –nativo-, tanto el celular como el Internet: “también estoy aprendiendo a mandar mensajes de texto a mis amigos, y siempre le pico al celular para aprender y le digo a mis nietas que me enseñen cosas nuevas” –Edmundo González Estebané. 85 años-

La revolución del celular a traspasado fronteras que muchos no habíamos contemplado, no sólo de tiempo y de espacio, sino personales y afectivas: “La revolución del móvil hay que entenderla no desde la ‘movilidad’ sino que este aparato es fundamentalmente personal, privado, para uso local y para relaciones de tipo afectivo” (Lorente, 2002:16).

Desgraciadamente, hay personas que tienen un lazo muy estrecho con el uso del celular, lo que antes era una herramienta que cubría ciertas necesidades, se convirtió para nuevas generaciones, en indispensables para vivir de manera interpersonal e intrapersonal. “Estar comunicado en sentido amplio no sólo representa una defensa contra la dispersión, sino fundamentalmente una defensa contra la exclusión.” Rosalía Winocur

La parte interesante de la era digital o tecnológica, no es ser concientes de la rapidez y efectividad de nuestras tecnologías, sino de la rapidez y efectividad con la que les hacemos frente y hacemos uso de ellas, tal parece en muchos casos que ahora la tecnología no está al servicio del hombre, sino todo lo contrario.

Ricardo Gámez González.

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